lunes, 2 de noviembre de 2009

¡Ay mamita!

¿Quién es quién para determinar qué vida es más o menos importante? Hace unas semanas se viene discutiendo la posibilidad de despenalizar el aborto, eugenésico y “sentimental”. La pregunta de si uno está de acuerdo o no depende del punto de vista de cada persona, de sus afectos y cultura. El aborto es legal en 117 países. España, Cuba o Puerto Rico, solo para citar algunos. Considero que hay que ponerse en los zapatos de una persona con un problema como este; imaginemos a una mujer gestante que se entera que su bebe tendrá mal formaciones que le impedirán desarrollarse naturalmente en la vida, no tener una vida plena o morir joven y dolorosamente. Como madre tiene dos opciones, vivir para él, o simplemente pensar que no siempre estará con él y que sería un poco cruel traerlo así a este mundo. Por otro lado, pongámonos en el lugar de una niña o una mujer que queda embarazada producto de una violación, por qué tendría que cargar con un bebe que nunca quiso. En este caso tiene tres opciones dejar que nazca y que la vida fluya normalmente, abortarlo porque simplemente no lo quiere, nunca lo quiso, o darlo en adopción. Notarán la frialdad con la que menciono todo esto y me disculpo, pero nunca podré imaginar lo que una mujer, una madre, podría pensar en ese momento, yo solo veo alternativas. Considero que la legalización del aborto es más complicado de lo que parece, porque no somos nadie para determinar que una vida se dé o no. Repitiendo lo que mencioné líneas anteriores, depende de que punto de vista se considere, legalmente es una herramienta útil en ciertos casos, moralmente es un delito.
Algo parecido sucedió hace unos años con la “píldora del día siguiente”, ¿era esta abortiva o no? La cuestión es: ¿cómo podemos saber cuándo empieza o termina una vida? nuevamente depende del cristal con el que se mire. La legalización del aborto debe estar limitada en extremo, se debe evitar cualquier mala praxis y solo el Estado podría determinar en qué casos resultaría pertinente o no, debería evaluarse rápida pero cuidadosamente el caso.
Finalmente esto resulta solo un dilema moral, que se legalice o no, no es el problema en sí, el problema es como nuestra cultura va a asimilar esta gran responsabilidad. Hace unos meses me llego un mail (una carta cadena), decía algo así: “Si tu estuvieses embarazada, tu marido fuera un alcohólico, tuvieses 7 hijos y fueses el único sustento de tu familia, ¿abortarías? –Finalmente- si dijiste que si, acabas de matar a Beethoven” Reflexión final: Uno nunca sabe, “A esa estrella en tu vientre, no le digas detente, si lo hubiesen hecho conmigo. Hoy faltaria una cancion” (R. Arjona)

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